CARLOS PAEZ VILARÓ
Biography
Carlos Paez Vilaró was born in Montevideo, Uruguay, on November 1st. 1923
During his youth he felt a strong vocation which led him to Buenos Aires, Argentina where he joined the graphic arts media as a cashier apprentice of a printing office located in Barracas and Avellaneda , two picturesque neighborhoods.
He moved back to his native country, Uruguay, in the decade of the 40’s with a deep objective to dedicate his work to the "candombe" (lively dance of south-american negroes) and to the afro-uruguayan "comparsa" (dancing group at the beating of drums).
He also turned to subjects closely related to life in the Mediomundo" "conventillo" (negroes tenement housing).
By giving loose rein to his passion, Paez Vilaró painted many cartoons, he composed "candombes" for the "lubolas comparsas", he conducted their chorus and decorated their drums. In this way he worked to impose the folk wave that was strongly battling against misunderstanding.
His cartoons and canvases showed funeral-watchings, Christmas themes, market places, washing women and popular dances under the moonlight.
Once he felt these themes were inevitably worn out he decided to go first to Brazil where then he would initiate a long journey to all those countries with a majority of black population as Senegal, Liberia, Congo, República Dominicana, Haiti, Camerum, Nigeria and others.
During this period he painted hundreds of works. He carried out several exhibitions and left his talent on important murals.
To satisfy his passion he worked on painting, sculpture, ceramic, cinema and literature that left unforgettable tracks.
He met Picasso, Dali, De Chirico and Calder in their workshops and he lived with Albert Schweitzer amongst lepers in Lambarén´.
When he integrated the "Dahia" French Expediton,
he performed a film called "Batouk" which was named to close the Cannes Cinema Festival.
His firm loyalty to the agro-uruguayan themes was shown in al his works and changes developed in his painting during the experience obtained for fifty years.
At the present time he also dedicates his best hours to battling a drum when celebrating the yearly "Llamadas" ceremony. (Callings).
When the "Mediomundo" tenement housing, which has represented the starting point of his work, was demolished a rich part of his history was also lost.
Páez Vilaró finally settle down in Punta Ballena, Uruguay, where he has his workshop in the major dome of Casapueblo, the "sculptural habitat" that he created and modelled with his own hands on the cliffs overlooking the se
GALERIA DE ARTE DEL MUSEO
http://carlospaezvilaro.com.uy/nuevo/galeria-del-museo/
MUSEO TALLER CASAPUEBLO
http://carlospaezvilaro.com.uy/nuevo/museo-taller/
PINTURAhttp://carlospaezvilaro.com.uy/nuevo/pintura/
CANDOMBE
In the 40’s, Carlos Paez Vilaró moved by the "candombe"(native music and dance) and by the "comparsas" (groups of black people dancing at the drums rythm) decided to live in the "Mediomundo" tenement housing, an old large place mostly inhabited by negroes families.
Climbing an old broken down staircase one reached a room called "Yacumenza". This was the real home of the "candombe".
All the drums of the "comparsas" rested there waiting to be woken up in carnival.
The uruguayan negro generously opened him his arms and life, kindly offering the richness of its folklore so that Carlos Páez Vilaró could express it with the eyes of an artist.
He started designing clothes for the "lubolos" (parties of the lively native dances), decorating their faces, drums and banners.
Then he composed "candombes" which began and finish their echoes n carnival.
Finally he painted the negroes’ way of life in all its forms. Lullabies, negroes masses, weddings, callings, "comparsas" (living dances and music ), popular dances, funerals or Christmas themes were all shown in his works.
When the themes based on the "candombe" was run out, he was tempted to leave that place and investigate its roots. This obliged him to cross frontiers to African countries.
His passion was finally enriched in the black continent by its jungles and rivers, by its tribes and villages, by its animals and markets. All helped to inspire him.
Many of his experiences are found in various books on the subject, such as: "Candombe"; "Bahía"; "Candango"; " "Affiches" (Graffities); "La Casa del Negro" (The Negro’s Home);
"Mediomundo, un mundo de recuerdos" (Middleworld, a world of memmories) and "Cantos de Comparsa" (Living native music and dances), where he gathered anecdotes, thoughts, living experiences and comments showing his daily walk through life. These are living historical documents of which Uruguay is very proud of.
Since fifty years ago, Carlos Páez Vilaró, with his drum on his shoulder goes to Montevideo on the 1 st. Fridays of February to join the "Morenada" comparsa taking part in the drums rythms.
Escuchar fragmento de las canciones:
Título Min. Prueba
Afrikandombe 4.23´´
La Turumba 4.27´´
El velorio de abuelito Cano 3.07´´
El Tamango 3.01´´
El Serembe 2.27´´
El Berebere 3.12´´
A golpe de hacha 3.42´´
Comparsa Africana 3.38´´
Candombe en la mata 4.13´´
Casa de Candombe 3.32´´
Oye Ye Yumba 3.51´´
ARQUITECTURAhttp://carlospaezvilaro.com.uy/nuevo/arquitectura/
Texto: Carlos Páez Vilaró
CEREMONIA DEL SOL
Hola Sol …! Otra vez sin anunciarte llegas a visitarnos. Otra vez en tu larga caminata desde el comienzo de la vida.
Hola Sol…! Con tu panza cargada de oro hirviendo para repartirlo generoso por villas y caseríos, capillas campesinas, valles, bosques, ríos o pueblitos olvidados.
Hola Sol…! Nadie ignora que perteneces a todos, pero que prefieres dar tu calor a los más necesitados, los que precisan de tu luz para iluminar sus casitas de chapa, los que reciben de tí la energía para afrontar el trabajo, los que piden a Dios que nunca les faltes, para enriquecer sus plantíos, y lograr sus cosechas. Es que vos, Sol, sos el pan dorado de la mesa de los pobres. Desde mis terrazas te veo llegar cada tarde como un aro de fuego rodando a través de los años, puntual, infaltable, animando mi filosofía desde el día que soñé con levantar Casapueblo y puse entre las rocas mi primer ladrillo.
Recuerdo que era un día inflamado de tormenta, el mar había sustituido el azul por un color grisáceo empavonado, en el horizonte un velero escorado afinaba el rumbo para saltear la tempestad, el cielo se llenaba de graznidos de cuervos en huida, la sierra se peinaba con la ventolera alborotando a la comadreja y al conejo.
Pero de golpe como un anuncio sobrenatural el cielo se perforó y apareciste vos. Eras un sol nítido y redondo, perfecto y delineado, puesto sobre el escenario de mi iniciación con la fuerza sagrada de un vitreaux de iglesia. Desde ese instante sentí que Dios habitaba en ti, que en tu fragua derretía la fe y que por medio de tus rayos la transmitía por todos los sitios donde transitabas. Los mismos brazos de oro que al desperezarte iluminan el cielo, al estirarse a los costados entibian las sierras, o apuntando hacia abajo laminan el mar.
Hola Sol…! Cómo me gustaría haber compartido tu largo trayecto regalando luz, porque a tu paso acariciaste la vida de mil pueblos, compartiste sus alegrías y tristezas, conociste la guerra y la paz, impulsaste la oración y el trabajo, acompañaste la libertad e hiciste menos dura la oscuridad de los presidios.
A tu paso sol, se adormecen los lagartos, despiertan los girasoles y los gallos cacarean. Se relamen los gatos vagabundos, los perros guitarrean, y el topo se encandila al salir de la cueva. A tu paso sol, hay sudor en la frente del obrero y en los cuerpos de las mujeres cobrizas que alcanzan el cántaro de la favela. Con tus latidos conmueves el mar, das música a la siembra, la usina y el mercado.
A tu paso corrieron en estampida búfalos y antílopes, desperezó el león, se asombró la jirafa, se deslizó la serpiente y voló la mariposa. A tu paso cantó la calandria, despegó el aguilucho, despertó el murciélago y emigró el albatros.
Hola Sol…! Gracias por volver a animar mi vida de artista. Porque hiciste menos sola mi soledad. Es que me he acostumbrado a tu compañía y si no te tengo, te busco por donde quiera que estés. Por eso te reencontré en la Polinesia, cuando te coronaron rey de los archipiélagos de nácar y los arrecifes dentellados de coral, o también en Africa, cuando dabas impulso a sus revoluciones libertarias y te reflejabas en el espejo de sus escudos tribales para inyectarles coraje. Te estoy mirando y veo que no has cambiado, que sos el mismo sol que reverenciaron los aztecas, el mismo de mi peregrinaje pintando por América, el que envolvió la Amazonia misteriosa y secreta, el que me alumbró los caminos al Machupichu sagrado del Perú, el de los valles patagónicos o los territorios del Sioux o del comanche. El mismo sol que me llevó a Borneo, Sumatra, Bali, las islas musicales o los quemantes arenales del Sahara.
A diferencia del relámpago que apenas proyecta en la noche latigazos de luz, desde tu reinado planetario, tus destellos continúan activos, permanentes.
Alguna vez la travesura de las nubes oculta tu esplendor, pero cuando ello ocurre, sabemos que estás ahí, jugando a las escondidas.
Otras veces, en cambio, te vemos sonreír cuando las golondrinas o las gaviotas te usan de papel para escribir las frases de su vuelo.
Gracias Sol, por invadir la intimidad de mi atardecer y zambullirte en mis aguas.
Ahora serás la luz de los peces y su secreto universo submarino. También de los fantasmas que habitan en el vientre de los barcos hundidos en trágicos naufragios.
Gracias Sol…! Por regalarnos esta ceremonia amarilla. Gracias por dejar mis paredes blancas impregnadas de tu fosforescencia.
Entre ventoleras y borrascas, cruzando ciclones y tempestades, lluvias o tornados, pudiste llegar hasta aquí para irte silenciosamente frente a nuestros ojos.
Porque tu misión es partir a iluminar otros sitios. Labradores, estibadores, pescadores te esperan en otras regiones donde la noche desaparecerá con tu llegada.
Y como respondiendo a un timbre mágico despertarás las ciudades, irás junto a los niños a la escuela, pondrás en vuelo la felicidad de los pájaros, llamarás a misa.
A tu llegada, se animará el andamio con sus obreros, cantarán los pregoneros en las ferias, la orilla del río se llenará de lavanderas y entrará la alegría por la banderola de los hospitales.
Chau Sol…! Cuando en un instante te vayas del todo, morirá la tarde. La nostalgia se apoderará de mí y la oscuridad entrará en Casapueblo. La oscuridad, con su apetito insaciable penetrando por debajo de mis puertas, a través de las ventanas o por cuanta rendija encuentre para filtrarse en mi atelier, abriéndole cancha a las mariposas nocturnas.
Chau Sol…! Te quiero mucho…
Cuando era niño quería alcanzarte con mi barrilete. Ahora que soy viejo, sólo me resigno a saludarte mientras la tarde bosteza por tu boca de mimbre.
Chau Sol…! Gracias por provocarnos una lágrima, al pensar que iluminaste también la vida de nuestros abuelos, de nuestros padres y la de todos los seres queridos que ya no están junto a nosotros, pero que te siguen disfrutando desde otra altura.
Adiós Sol…! Mañana te espero otra vez. Casapueblo es tu casa, por eso todos la llaman la casa del sol. El sol de mi vida de artista. El sol de mi soledad. Es que me siento millonario en soles, que guardo en la alcancía del horizonte.
ARTE MURAL
Corría el año 1958 y la desolación del paisaje, sin árboles ni caminos trazados, sin luz y sin agua, no frenaron su proyecto. La construcción inicial fue una casilla de lata, donde almacenaba puertas, ventanas y materiales para su futura casa. Luego, con la ayuda de amigos, levantó “La Pionera”, su primer atelier sobre los acantilados rocosos. Era de madera, que el mar traía los días de tormenta y que él mismo se encargaba de recoger con la ayuda de los pescadores. En 1960 empezó a cubrirla con cemento y así siguió creciendo, sumando habitaciones como vagones a una locomotora. Dejando resbalar su imaginación al ritmo de los movimientos de las diferentes capas de nivel de la montaña, logró una perfecta integración de la construcción con el paisaje, sin afectar su naturaleza. Sin darse cuenta, con su cuchara de albañil llegó hasta el mar.
En todo momento se mantuvo en guerra abierta contra la línea y los ángulos rectos, tratando de humanizar su arquitectura, haciéndola más suave, con concepto de horno de pan.
Modeló las paredes con sus propias manos. Valiéndose de guantes que creó con restos de cubiertas, logró que la casa impresionara por el vigor de la textura de su cáscara.
Espontáneamente, Casapueblo sigue estirándose hacia el cielo y el mar. Sólo el vuelo de los pájaros podrían medir su dimensión.
“Pido perdón a la arquitectura por mi libertad de hornero.”
Carlos Páez Vilaró
No hay comentarios:
Publicar un comentario